sábado, 12 de noviembre de 2022

Lara

 


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Lara dice que estoy en el lugar equivocado. Que da igual lo que haga si el lugar no es el correcto. Que determinados tipos de plantas no florecen en todos los sitios, por mucho esfuerzo que le pongas. 

Ella dice que seguramente me he pasado la vida pensando que era yo la que estaba incorrecta y que, cuando eso se piensa, la mayoría de las veces es porque no se está ocupando el espacio adecuado. «La otra cosa que puede pasar», me dice, «si sientes esto, es que estés rodeada de gilipollas. Pero no es tu caso», me anima. 

Pienso profundamente en lo que Lara comenta y, aunque lo siento así, también me he resignado. Pero es una resignación libre de expectativas. Es una resignación que podría ser hogar

Acepto y creo que mis porciones de tierra están irremediablemente divididas y que, lo que me haría bien en un lado, no me lo haría por el otro.

Sé que no tengo remedio y que eso puede estar bien.

Más que la idea capciosa de la felicidad o el aparente estímulo del desarrollo de todo mi potencial, mi principal anhelo es encontrar la fórmula para una supervivencia que no me lo quite todo y lo demás, al menos, resuene con la paz que sí busco. 

Cuando ni el trabajo ni el amor así en mayúsculas son un deseo, se impone una especie de realismo armonioso que pone el acento en lo cotidiano. Y poco más que esto. 

No me queda autoconvencimiento ni autoengaño para seguir alimentando las grandilocuencias de la vocación, los ídolos y las ensoñaciones de romanticismos perniciosos. Repetir patrones sería como leer el mismo libro cincuenta veces fingiendo que no conozco el final.  

Hay drogas más accesibles que me permiten seguir siendo yo.

El cuerpo me sugiere, más bien, cumplir con las fantasías desde un golpe seco. Hacerme las preguntas justas. Tirar la basura. Distraerme lo necesario. Alargarlo todo menos hasta que devenga en nada. 

Entrenarme para el no. Entrenarme para el sí. Pero entender que casi siempre será no y que está bien. Que no pasa nada. Que eso hace que los lugares incorrectos, al menos, no se reproduzcan ni copulen a mi costa.

Necesito ser un bálsamo para mí misma.

Saber que esto no es lo mejor que puede pasarme pero que saberlo sí es casi lo mejor que me ha pasado. 

Asumir que quizás nunca sea la persona correcta.

Ser real aunque no sea feliz.


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